El pasado sábado 6 de marzo se celebraron en Valladolid las I Jornadas sobre Sindicalismo de la Unión Nacional de Trabajadores.
La Delegación de UNT en dicha provincia se encargó de la orgnización del evento, el cual tuvo como marco las instalaciones del Hotel Lasa.
Se encargó de la presentación de las jornadas Iván García, responsable del área de trabajadores de arqueología del Sindicato en Castilla y León, quien cedió la palabra al primero de los intervinientes, Jorge Galindo (Delegado en Ávila del "Centro de Estudios Nacional-Sindicalistas"), cuya interesante disertación versó sobre "La Agenda 21 como catalizadora del empleo y el progreso local".
La Agenda 21 Local es un programa que se está desarrollando en muchos países y en buen número de municipios españoles, buscando la participación ciudadana y empresarial en el desarrollo del municipio y ofreciendo muchas posibilidades de actuación. No obstante, también se resaltó, tanto por parte del ponente como por los asistentes -que participaron muy activamente en los turnos de preguntas durante toda la jornada-, las sombras que plantea la Agenda 21 Local: burocratización, lentitud, poco compromiso por parte de los vecinos, etc. Igualmente se debatió acerca de hasta qué punto se trataba de un mecanismo del propio Sistema para evitar la imagen de la necesidad de ser reformado él mismo más profundamente.
El segundo ponente fue José Ramón Alonso Sarro, Secretario de la "Asociación de Ganaderos 19 de abril", con una magnífica ponencia titulada "Mecanismos para una reforma agraria en el siglo XXI" con la que explicó los problemas actuales del agro español, especialmente en lo referente al impacto de la Política Agraria Comunitaria (PAC).
Defendió la vigencia de los principios económicos nacionalsindicalistas y su absoluta necesidad de aplicación al campo español para evitar su ruina, y explicó a los asistente cómo expuso esto mismo hace unos meses en la Comisión del Senado encargada del área de agricultura. En su opinión, uno de los mayores problemas estriba en que quienes legislan en esta materia lo hacen desde los despachos y con un absoluto desconocimiento del mundo agrario, a lo que se suma el obstáculo de las asociaciones agrarias (UPA, COAG y ASAJA principalmente), más preocupadas por gestionar las subvenciones comunitarias por no producir -algo ilógico y que lleva a la larga necesariamente a la ruina-, que por buscar verdaderas soluciones a largo plazo para los problemas del campo. Para el ponente cualquier solución seria a largo plazo pasa necesariamente por un sindicalismo unitario y obligatorio para los agricultores y ganaderos, única forma de acabar con el individualismo reinante en el sector, un sindicalismo que sí podría plantear seriamente la gestión -y no la mera reivindicación- y el control desde la producción hasta la distribución, sorteando así la esclavitud de los intermediarios y de las grandes distribuidoras preciodeterminantes.
Finalmente intervino el Presidente de UNT, Jorge Garrido, quien disertó sobre "El Sindicalismo en la España del siglo XXI". En dicha ponenencia hizo un breve repaso histórico del sindicalismo, desde el humanista de principios del siglo XIX al Nacionalsindicalismo, pasando por el marxismo y los revisionismos del anarquismo y el sindicalismo revolucionario. Defendió el entronque del Nacionalsindicalismo con el sindicalismo revolucionario, pero desde una perspectiva no materialista y de inspiración cristiana, y en la segunda parte de su ponencia analizó la paupérrima situación del sindicalismo español actual y las enormes posibilidades de futuro que ofrece el sindicalismo falangista. No obstante, según él, el Nacionalsindicalismo tiene un problema muy grave: no tener una teoría revolucionaria desarrollada, lo que ha dado lugar históricamente a una actividad desordenada, no sistematizada, anárquica y sin planificación estratégica alguna. Por ello propuso ahondar en la búsqueda de caminos concretos, destacando la necesidad de articular una verdadero movimiento político-sindical no artículado únicamente entorno a un partido -la Falange se propuso desde su nacimiento como un "antipartido" y sin embargo gran parte de los falangistas se han comportado históricamente con una mentalidad increíblemente partidista-, sino entorno a un movimiento social más amplio donde el partido fuera simplemente un instrumento más y donde cobrara un especial protagonismo el Sindicato como motor revolucionario o de transformación social.
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